En esta ocasión no soy yo la que escribe el artículo sino Mikel Iraeta, lector del blog y oyente del podcast que se puso en contacto conmigo mientras preparaba su viaje a Japón. A su vuelta, quiso enviarme algunas de las fotos que había hecho durante su aventura nipona. Esas fotos me gustaron tanto que pensé que merecían ser compartidas…
Introducción
Cuando se prepara un viaje, sobre todo un viaje largo, uno que te obligue a recorrer un buen montón de kilómetros hasta llegar al destino, la planificación se convierte en algo muy importante. Como no sabes si vas a tener ocasión de volver, es recomendable elaborar una planificación que te permita sacarle el máximo partido a la estancia. No pretendo convertir esto en una guía de viaje generalista. Guías hay muchas, muy buenas y completas.
Pero dada la temática de la web, antes de exponer mi estancia en Osaka sí que me gustaría darte un par de directrices, relacionadas con la fotografía, que tal vez te puedan ser de ayuda. Lo que digo no es nuevo y podrás leer cosas similares (y mejores) a nada que busques un poco, pero si quieres sacarle partido a tus fotos:
- Investiga y mira muchas fotos de posibles puntos de interés de Osaka
- Infórmate y pregunta Osaka
En relación al primer punto, son muchas las referencias donde puedes encontrar fotos de Osaka y del resto de Japón. Desde el buscador de Google, hasta la web de 500px, pasando por los portfolios o webs de fotógrafos más contrastados como, por ejemplo, Elia Locardi. De aquí puedes coger muchas ideas si te informas bien.
Y en relación al segundo punto, información hay mucha, pero ayuda muchísimo si puedes hablar con alguien que haya estado allí. En mi caso particular me han servido mucho la información y los consejos dados por:
- Japonismo. Probablemente la web más completa que vas a encontrar en castellano sobre Japón (y Osaka, claro). Vas a encontrar de todo. Laura y Luis hacen un trabajo espectacular y además son gente muy simpática y atenta, siempre dispuestos a resolver cualquier duda.
- Destino Sifakka. Si estás leyendo esto probablemente conozcas esta web. Sandra realiza una serie de podcasts relacionados con la fotografía, donde puedes encontrar una gran cantidad de información. Pero si te interesa viajar a Japón, es muy útil escuchar el episodio 28 donde entrevista a Luis, uno de los administradores de la web de Japonismo. Además de esto, está la ventaja añadida de que Sandra ha estado en Japón, por lo que puedes recibir una gran cantidad de consejos muy útiles si hablas con ella.
- Jorge Ciscar. Jorge es un fotógrafo aficionado con web propia, donde cuelga un montón de artículos muy interesantes y muy bien elaborados. A raíz de su viaje a Japón tuve la suerte de hablar con él, y recibí un feedback que me ha sido muy valioso durante mi viaje.
*Nota: quiero dejar claro que no tengo ningún interés en promocionar ninguna de las webs que aquí menciono ni se trata de un ejercicio encubierto de publicidad. Lo que aquí menciono es mi opinión y experiencia personal, y lo que a mí realmente me ha servido para preparar mi viaje.
Dicho esto, procedo a exponer la primera parada de mi viaje a Japón: Osaka.
Osaka
Osaka es la tercera ciudad más grande de Japón con casi 3 millones de habitantes. Es una ciudad que pasa más desapercibida frente a las omnipresentes Kioto y Tokio, pero si aprovechas bien la estancia verás que ofrece buenas oportunidades fotográficas.
Lo primero que me llamó la atención de Osaka y te hace darte cuenta de que estás en Japón son los trenes. Si te gustan los trenes observarás que a menudo lo que allí encuentras tiene poco que ver con el transporte ferroviario europeo. Y esto empieza por el Nankai Rapi:t que une el aeropuerto de Kansai con la estación de Namba. Es un tren cuyo diseño se define a sí mismo como ‘retro-futurista’, lo que resulta algo confuso hasta que ves el tren y algo en ti te dice que de alguna forma esa definición encaja en el perfil.
Tras llegar al centro de la ciudad, dejar los bártulos y comer algo, salgo a la calle con ganas de ver lo que Osaka tiene que ofrecer. Lo primero que me ofrece es una singular muestra de urbanismo, y es que el cableado eléctrico se abalanza sobre el poste de electricidad que sirve de soporte como una jauría de lobos hambrientos. La escena es más propia de otras zonas del planeta, pero imagino que es parte del caos ordenado que se percibe en Osaka.
El sol azota con fuerza, por lo que tras ver el histograma tiendo a subexponer la foto ya que esto me permite captar el azul del cielo de forma fidedigna. De otra forma, por mucho que el rango dinámico de mi cámara sea grande los colores de las altas luces suelen adoptar un tono blanquecino, como desgastado. Por lo tanto, priorizo captar mejor las altas luces sacrificando algo las sombras (aún a costa de introducir algo de ruido) que luego me son más fáciles de recuperar en la edición. La foto que ves, aunque aquí está en color, también se presta mucho al blanco y negro.
A continuación, es cuando empiezas a notar algo que habías leído en alguna parte. En agosto en Japón hace mucho calor. Cuando digo calor, no me refiero a sol, playa, bikini y paseos por la orilla con agua fresquita, sino a la temperatura que hace en el núcleo del sol en agosto. Pero me aguanto y me dirijo a mi primera parada.
Templo Shitennoji
La verdad es que la cultura y la simbología japonesa siempre me han llamado mucho la atención. Por lo que una vez allí, todo a mi alrededor me parece digno de fotografiar. Pero un consejo, no te dediques a disparar al primer cartel que veas por mucho que te llame la atención porque si no, te vas a traer una cantidad indecente de fotos, excesiva. Esto sólo repercutirá en que su posterior gestión y tratamiento sea mucho más farragoso, o que directamente desistas por pereza. Por lo tanto, contente y trabaja algo más la composición.
Te hablo desde la experiencia.
El templo está muy relacionado con Shotoku Taishi, que fue un príncipe que ayudo a instaurar el budismo como religión en el Japón del siglo VI. El conjunto está compuesto por tres edificios principales: el pabellón Kodo, el pabellón Kondo y la pagoda de cinco pisos.
La verdad es que una vez dentro tengo suerte porque no hay apenas gente y puedo pasear tranquilamente en busca del encuadre que más me guste. El conjunto es bonito pero sobrio, y en mi opinión, el elemento que más llama la atención es la pagoda. Por lo que me acerco para ver si consigo que se quede quieta y hacerle una foto.
En este caso, había gente trabajando en la base de la pagoda y aunque entiendo que ellos hacen su trabajo, no era algo que quería que apareciera en mi foto. Por lo tanto, la solución la encontré acercándome y sacando una foto de abajo arriba de forma que se vea la construcción de la pagoda y evitando que la gente apareciera en mi encuadre. Aunque puede que no sea necesario, la foto es el resultado de un blending de 3 fotos. La escena tenía un contraste bastante elevado, la zona inferior de la pagoda está en sombra y el sol está muy alto y brilla mucho. Por tanto, utilicé una toma intermedia más una para las altas luces y otra para recuperar algo más las sombras. Ya digo que puede que con 2 tomas fuera suficiente, pero acababa de llegar y estaba con ganas.
La siguiente parada se encontraba muy cerca en el propio barrio de Tennoji.
Templo Isshinji
Este templo es un templo budista bastante importante en Osaka. Es conocido por ser el lugar donde Ieyasu Tokugawa se hospedó durante el asedio al castillo de Osaka, pero sobre todo, por albergar varias estatuas budistas en su interior construidas a partir de los restos de varios monjes budistas.
Por lo general, es necesario descalzarse para entrar a los templos. Si eres de pies sensibles puede que no te haga gracia, pero ni se te ocurra discutir. Intentar que un japonés no haga respetar una norma es como intentar pasar un transatlántico por el ojo de una aguja ¿a que no se puede? Pues eso. Pero es una forma de preservar el estado en el que se encuentran todos y cada uno de los templos que se encuentran a lo largo del país. Todos (y cuando digo todos, es todos) están impolutos, te puedes ver reflejado en las tablas de madera.
Por tanto, me descalzo y me doy una vuelta en busca de algo que me llame la atención.
Veo en el templo muchas cosas que me gustan, pero los colores se me hacen un poco sosos. Me gusta la textura de la madera, las puertas y los tejados tan característicos de este tipo de construcciones, pero los colores no me cuadran. Por lo tanto, me decido por darle un procesado en blanco y negro algo más agresivo que potencie aquellos aspectos que a mí más me llaman la atención y así guiar al espectador allí donde yo quiero que mire.
Tras salir del templo, pongo rumbo a mi último destino del día: el rascacielos Abeno Harukas.
Por el camino paso por el barrio de Tennoji, dando una vuelta por su parque y la zona de Love Hotels. Esta es una zona curiosa, igual que todo lo relacionado con los japoneses y el sexo. El exterior de estos hostales cuyo objetivo es que los pobres japoneses puedan dar rienda suelta a sus instintos más fogosos, me pareció algo decadente, mientras que el interior me resultó un pelín hortera.
Como soy algo curioso me adentré en uno de ellos con fines estrictamente periodísticos. Una vez dentro pude observar desde atuendos picantones para fomentar el role playing hasta un escaparate con luces de neón donde se mostraba una previsualización de cada alcoba y su tarifa correspondiente. Me pareció algo frío y bastante impersonal. Lo único que faltaba era un cartel que rezase “Este encuentro sexual ha sido patrocinado por Toyota”.
Al volver a la calle pude observar como una pareja salía de uno de los hoteles agarrada de la mano dedicándose caritas sonrientes. Me llamo la atención ya que los japoneses no suelen dar excesivas muestras de afecto en público.
Después de alargar un poco la vuelta por Osaka decidí dirigirme hacia el Abeno Harukas ya que empezaba a sentirme un poco voyeur. Además, no quería llegar tarde ya que el objetivo era ir con tiempo para captar la hora dorada y la hora azul desde lo alto del edificio.
Abeno Harukas
A día de hoy este edificio es el rascacielos más alto de Osaka y del país. Es un edificio de 60 plantas y tiene una altura de 300 metros (aproximadamente). Las primeras plantas están destinadas a albergar un gran centro comercial, a continuación se pueden encontrar plantas destinadas a oficinas, un hotel e incluso un museo. Pero desde el punto de vista fotográfico, lo más interesante se encuentra en las últimas plantas. Las plantas de la 58 a la 60 albergan el mirador desde el que se pueden obtener unas muy buenas vistas de la ciudad. Y ese era mi objetivo.
Hay que tener en cuenta que por lo general, al menos en verano, los atardeceres en Japón no dan tanto juego como en otros lugares del mundo en los que he estado. Hace mucho calor y el cielo suele contener una neblina llena de particulas que le resta nitidez a los elementos a fotografiar a medida que la distancia aumenta. Además, hay muchas probabilidades de que el cielo se nuble dando lugar a composiciones algo ‘sosas’. Por lo que hay que ir mentalizado para combatir la frustración en caso de que ocurra.
Para subir al mirador es necesario pagar y como desconocía la disponibilidad que iba a tener para acceder, llegué con tiempo. En mi caso no tuve ningún problema y llegué entre 45 minutos y 1 hora antes de la hora dorada. La verdad es que luego me sobró tiempo y tras elegir la composición que quería, me dediqué a contemplar el atardecer, que no está nada mal.
Si alguien se pregunta cómo sé yo a qué hora se va a poner el sol y a qué hora comienza la hora azul en Osaka, bien, una búsqueda por internet te puede ayudar, pero en mi caso utilicé la aplicación Photopills (Puedes descargar la aplicación para iOS y para Android). Es una auténtica joya. Sirve para muchísimas más cosas y sería una simplificación muy burda utilizarla sólo para esto, pero ya que también me lo da, lo aprovecho. Realmente es muy útil a la hora de planificar las fotos, recomiendo que le eches un vistazo.
Se acerca la hora de sacar fotos y observo que voy a tener suerte, ya que aunque no hay nubes para que se coloreen de color rojo anaranjado y potenciar la composición, observo que el cielo está muy limpio y creo que las fotos pueden quedar bien.
Este es un blending de varias imágenes ya que es una escena de un contraste muy alto y necesité de varias tomas para proteger tanto sombras como altas luces. En el caso de las altas luces utilicé alguna toma adicional para tratar de reducir la ‘bolita’ del sol algo más. Para este tipo de tomas me gustaría daros un consejo. Si puedes, llévate un jersey, chaqueta, chubasquero o similar. La razón es que las fotos están tomadas a través de una gran cristalera, que junto con la iluminación interior del edificio tiende a crear reflejos que no querrás que aparezcan en tus fotos. Por eso es útil tener algún elemento que pueda bloquear la incidencia de esa luz y evitar la aparición de dichos reflejos. Es un remedio un poco casero pero cumple su función. Esto me pasó más de una vez durante mi viaje.
Durante la sesión fotográfica hice un nuevo amigo y es que había un chico japonés de unos 8-9 años al que le intrigaban las fotos que estaba sacando. Yo creo que le llamaba la atención que tuviera la cámara puesta sobre un trípode y pensaba que era ‘profesional’ o algo así. Era un chaval muy simpático y curioso, y para mi sorpresa hablaba un inglés bastante decente. La sorpresa no es porque el mío sea especialmente bueno, sino porque no es tan habitual encontrar a gente que hable inglés en Japón y menos a esa edad.
Con su réflex en mano (sí, un chico de 9 años con una réflex, Japan is different) estaba disparando a la puesta de sol pero los resultados que obtenía no le satisfacían. Por lo visto quería obtener una foto donde el sol se viera como una circunferencia perfecta con los tonos anaranjados que lo acompañan y estaba obteniendo cielos totalmente quemados. Así que le dije que si quería podía copiar los parámetros que yo tenía en la cámara.
Esto ya le gustó más y ver al chaval sonreír al obtener la foto que andaba buscando fue otro de los recuerdos que me traje de esa tarde. De hecho, gané un gran compañero de fotografía ya que, a raíz de aquello, estuvimos sacando más fotos en las que me acompañó y me ayudó mucho a la hora de tapar los reflejos en los cristales. Me estuvo ayudando a bloquear la luz incidente con el chubasquero que había cogido, así que parte de estas fotos se las debo a él.
Se trata de un blending de varias imágenes. Por lo general con tres tomas con un 1 paso de exposición entre ellas hubiera sido suficiente (dependiendo del rango dinámico de tu cámara tal vez te haga falta alguno más), pero en este caso tomé una o dos tomas adicionales para recuperar las luces de los edificios, farolas y carteles. Si no, suelen quedar sobreexpuestos. Al igual que en la foto anterior, estas fotos están tomadas sobre trípode, ya que unir las imágenes tras hacer un bracketing sería casi imposible por muy buen pulso que tengas. A la hora de disparar, estaba fotografiando en modo ‘live view’ con la lectura del histograma en pantalla para elegir los parámetros de exposición correctos.
Tras una fructífera sesión y tras poder disfrutar de un precioso atardecer en Osaka y de una agradable e inesperada compañía, me despedí de mi amigo y del Abeno Harukas ya que la hora azul había llegado a su fin.
Al bajar, aproveché para cenar algo y me acerqué a un puesto a probar unos deliciosos Takoyaki, típicos de Osaka. Esta comida está hecha a base de harina de trigo y pulpo, y se sirve con forma de bola. Están muy ricos, pero cuidado, no cometas el mismo error que cometí yo, déjalos enfriar. El ansia me pudo y cometí el fatal error de meterme una de las bolas recién sacadas directamente en la boca, lo que equivale más o menos, a meterte en la boca un trocito de espada recién forjada. Una maravillosa explosión termonuclear de bechamel y trocitos de pulpo a unos 3000 °C. Seguro que mi abuela dice que está templado pero como yo soy un simple mortal y además un blando, casi me abraso el esófago así que, déjalos enfriar.
Lo siguiente era ir tirando ya hacia el hotel haciendo de camino una última parada.
Barrio Shinsekai
El barrio de Shinsekai está situado al sur de Osaka y decidí que iba a ser la última parada del día de camino a mi alojamiento. Se trata de un barrio bastante pintoresco donde los establecimientos de comida, bebida y ocio abarrotan las calles que lo componen. Esto hace que cuando cae la noche las calles se llenen de luces de todos los tipos y colores, lo que da bastante juego a la hora de sacar fotos.
Probablemente la zona más reconocible es aquella donde se ubica la torre Tsutentaku, que de alguna forma es el símbolo del barrio. Esta torre se construyó tomando como referencia la torre Eiffel de París, consta de 103 metros y tiene un observatorio a 91 metros de altura. Como curiosidad, cabe mencionar que lo que se ve hoy en día es una reconstrucción de 1956 ya que la torre original se derruyó durante la segunda guerra mundial para fabricar armamento. Por la noche la torre se ilumina y va cambiando de color.
La foto está confeccionada a partir de un bracketing de diversas exposiciones. Aquí el propósito del bracketing es doble, por un lado recuperar altas luces con exposiciones más cortas y utilizar las de mayor tiempo de obturación para recuperar sombras y hacer desaparecer el mayor número de gente posible. A pesar de ser de noche, es un barrio bastante transitado por lo que no es fácil obtener una foto donde la composición no contenga un gran número de gente paseando. Para evitar esto en la medida de lo posible hay que tener paciencia y en mi caso realizar exposiciones algo más largas para difuminar a la gente que estaba en movimiento. Esto junto con la combinación de varias fotos puede hacer que obtengas una composición lo suficientemente ‘limpia’.
El primer día en Osaka había llegado a su fin, por lo que me fui a dormir con la idea de mi primera visita del próximo día: el mercado de Osaka.
Mercado Kuromon Ichiba
Decidí comenzar el día por el mercado. No había desayunado por lo que me acerqué con la idea de probar aquello que me entrara por los ojos. Aunque iba predispuesto a dejarme sorprender, es verdad que iba con ganas de probar algún snack que había fichado de antemano.
Si como yo eres de los que disfrutas de la gastronomía te encantará callejear por este tipo de mercados. Reconozco que la comida es una componente muy importante en todos mis viajes, me encanta probar cosas que no tengo oportunidad de probar habitualmente y saborear las delicias locales de los lugares a donde viajo. Y la comida japonesa está riquísima. Aquel que piense que la comida japonesa comienza y acaba con el sushi no sabe lo equivocado que está.
Dicho esto, y teniendo en cuenta que aún era mi segundo día en Japón, todo te llama la atención. Veo mucha diversidad de frutas y verduras que desconozco, y que los carteles estén en perfecto japonés tampoco ayuda. Hay bastante gente teniendo en cuenta que es por la mañana y hace un calor de morirse. Creo avistar a varios guías turísticos caminando por el mercado con la batuta de mando en alto para que el grupo los siga, pero descubro que en realidad son turistas con palos-selfie grabándolo absolutamente todo. No serán los últimos que vea por Japón.
El mercado me lleva por puestos de pescado, marisco, encurtidos, legumbre, verdura y frituras hasta que por fin encuentro lo que estaba buscando: los Tako-Tamago. El Tako-Tamago es una brocheta de un pequeño pulpo glaseado y hecho a la parrilla cuya cabeza está rellena con un huevo de codorniz. Aunque a mí no me pasa, imagino que el aspecto llamativo, puede desanimar a alguno, pero una vez probado tengo que decir que está bastante rico.
En este caso la foto no tiene mayor complicación. Tenía un 24-70 mm puesto así que me acerqué bastante con un diafragma abierto para darle más protagonismo al producto y desenfocar el fondo. Puede que el mayor problema sea tratar de ajustar el balance de blancos ya que la iluminación de la escena puede hacer que el color rojizo con el que se ven los pulpitos no tenga nada que ver con la realidad. El rojo magenta tiene poco que ver con un rojo cobrizo y algo anaranjado, por lo que hay que tener cierto cuidado si la iluminación es muy cálida. Si lo tienes en cuenta en la toma mejor, pero en mi caso al disparar en RAW lo ajuste durante la edición. No es lo ideal, lo sé.
Tras prolongar la visita al mercado un poco más, me dirigí hacia el Castillo de Osaka.
Castillo de Osaka
El castillo de Osaka es uno de los castillos más importantes de Japón y la verdad es que se trata de un lugar realmente fotogénico. El castillo comenzó a construirse bajo las órdenes de Toyotomi Hideyoshi que fue un daimio de la época Sengoku y bajo cuyo mandato se unificó Japón. Su idea era que el castillo fuera el centro del Japón unificado, pero tras su muerte el castillo fue derruido y calcinado por el clan Tokugawa.
El castillo se puede visitar por dentro y la visita resulta bastante interesante. Además cuenta con unos jardines bastante bonitos por los que pasear y obtener bonitas fotos con el castillo al fondo. Mi propósito durante el día, además de visitar el castillo era buscar futuras localizaciones para volver durante la hora azul y fotografiar el castillo con menos gente y una menor iluminación. No obstante, pude tomar alguna foto del castillo con mi inseparable amigo.
La foto no es técnicamente complicada. La mayor complicación seguramente sea disponer los elementos que la componen de tal forma que la composición te satisfaga, pero entiendo que esto es algo subjetivo. En este caso, esta fue la que yo elegí. Pensé en realizar algún focus stacking para que el castillo también quedara enfocado, pero finalmente me decidí por entregar todo el protagonismo a mi pequeño amigo.
Puede que esta foto no te diga nada pero era una foto que tenía que hacer, me lo pedía el cuerpo. Son años de nostalgia y cariño acumulado que se manifiestan a través del diafragma hasta llegar a componer lo que ves. He perdido la cuenta de las horas que habré invertido en ver «Dragon Ball» («Dragoi Bola» en euskera que era la forma en la que yo lo veía) durante mi infancia, así que permíteme el capricho.
Tocaba comer algo, así que decidí volver hacia el centro para buscar avituallamiento por la zona de Dotonbori. Como la distancia era considerable decidí coger el metro para desplazarme hasta allí. A mediodía el metro suele estar menos congestionado, ya que la hora punta suele darse temprano por la mañana o al atardecer, es decir, cuando la gente entra y sale de trabajar.
La foto no tiene especial complicación. Me decanté por una composición horizontal y no vertical para mostrar la gente que estaba sentada a los lados y cuyas líneas convergen hacia el centro de la foto. El procesado en blanco y negro tiene más que ver con la sensación que me transmitía la escena, apatía, rutina y soledad. Cada persona es una isla que no comunica con la de al lado a pesar de estar muy cerca.
La verdad es que esta foto podría haberse tomado en cualquier parte del mundo, no creo que haya que irse a Osaka para ello. Seguramente si no fuera por los carteles publicitarios, los rasgos físicos de las personas que aparecen y de las mascarillas que alguno lleva, no se sabría ubicar la zona del planeta donde ha sido tomada.
Tras llenar el buche y dar una vuelta para perderme un poco por el abarrotadísimo barrio de Dotonbori, decidí hacer una pequeña pausa e irme a descansar un rato. Necesitaba coger energía para la parte final del día.
Castillo de Osaka [Hora azul]
Tras descansar un rato regresé a la zona del castillo, sabiendo que lugares quería fotografiar. Empecé por una ubicación situada en el exterior. Las murallas del castillo están rodeadas por una zanja con agua y pensé que podía aprovechar dicho elemento para obtener un buen reflejo del castillo en ella.
En otra circunstancia puede que hubiera sido necesario realizar más de una exposición para esta escena. Sin embargo, el hecho de que el cielo esté nublado le resta contraste a la escena haciendo que sea suficiente con una sola toma. Había algo de viento por lo que el reflejo no siempre era tan nítido como a uno le gustaría. Por lo que estuve esperando un poco hasta que el agua estuviera más calma. En la edición jugué un poco con el color realzando colores complementarios para potenciar la composición.
Para la siguiente foto, entré dentro del castillo y busqué un pequeño lago que hay en su interior. En realidad ni siquiera es un lago, tal vez una poza o un charco grande. La idea era la misma que en la foto anterior, jugar con el reflejo del castillo en el agua y aprovechar la vegetación de los jardines del interior para mejorar la composición. Había poca gente, el silencio junto con la llegada de la hora azul transmitían una sensación muy agradable, así que estuve un buen rato disfrutando del momento mientras hacía fotos. Era como estar contemplando un bonito lienzo.
Y por último, volví a salir del castillo para tomar una nueva toma esta vez de noche donde se viera el castillo iluminado.
Apunte: en este caso el puente es un elemento compositivo bastante importante en la toma ya que guía la mirada del espectador hasta el objeto principal que es el castillo. La iluminación del castillo es muy llamativa, pero también hace que la escena tenga mucho contraste ya que está muy oscuro, por lo que es necesario que hagas varias exposiciones. Sobre todo si quierew recuperar las altas luces y que ninguno de los elementos del castillo aparezca quemado. Un mayor número de exposiciones ayuda también a que las transiciones entre las zonas más claras y oscuras sean más suaves, aunque aumenta el trabajo en el procesado.
Dándome por satisfecho con las fotos que había tomado del castillo era hora de dirigirme al último destino que tenía planeado visitar durante ese día: el cruce de Awaza.
Awaza
Probablemente este no sea un sitio tan conocido de Osaka como el resto, pero buscando fotografías de Osaka por internet que me sirvieran de inspiración encontré una en la que un gran número de carreteras se entrecruzaban a distintas alturas. La escena se me hacía bastante espectacular y usando una referencia acorde con el país que estaba visitando me recordaba un poco a la Neo-Tokio de Akira. Tenía la foto en la cabeza y al imaginarla pensé que si combinaba una buena exposición con la estela de los coches podía quedar una foto bastante chula, así que allá fui.
Encontrar el sitio no me fue tan sencillo como esperaba. Google Maps indicaba la zona por la que se encontraba la estación de Awaza, pero era un punto concreto el que yo andaba buscando. Así que iba mirando la pantalla del móvil mientras andaba tratando de ver si lo que veía en mi pantalla se correspondía de alguna forma con lo había fuera de ella.
Como entenderás no es un método demasiado sofisticado, así que como era tarde, tenía hambre y andaba cargado de peso me decanté por el plan B. El plan B consiste en tirar de habilidades sociales y preguntar a un par de chicas autóctonas si por favor podían indicarme donde se encontraba el sitio que andaba buscando. El método resultó ser totalmente digital, es decir, a dedo. Fue mi dedo el que señalaba el móvil y era su dedo el que después de estar dudando me indicó por donde tenía que ir.
Así que tras comunicarnos de la misma forma en que lo hacen una piña y una foca, con dificultad, fui hacia donde me indicaron. No las tenía todas conmigo, la verdad, pero no tenía ninguna otra información que fuera más fiable que aquello.
Tras un rato andando y planteándome si debía darme la vuelta o no, recobré la fe al ver ante mí el cruce que andaba buscando. Ahora sí, se me olvidó un poco el cansancio, saqué el trípode, coloqué la cámara y voilà.
Para esta foto utilicé un gran angular. Estaba disparando a una distancia de 15 mm, ya que de otro modo me era imposible meter todo lo que quería en el encuadre. Otra opción era irme un par de pasos hacia atrás, pero en ese caso introduciría otra serie de elementos, como vallas, señales, semáforos, que no quería incluir en mi foto. Por lo que, para sacar la foto del lugar desde donde se ha tomado y obtener dicha composición, veo necesario la utilización del gran angular. El trípode también es indispensable, ya que además de combinar varias exposiciones, muchas de ellas son exposiciones de varios segundos para captar las estelas de los coches. Por lo que realizar todo esto a mano es imposible por muy buen pulso que tengas.
Esta era la última foto del día, ahora ya sí podía irme a dormir. O eso creía.
Sabéis esa sensación cuando guardas la cámara como para auto convencerte de que no vas a tomar más fotos, que ha sido suficiente por ese día. Y de repente pasas por un sitio y notas que te empieza a picar algo. Poco después sale el diablillo que llevas dentro, ese pequeño cabroncete que te susurra al oído que si no sacas esa foto te vas a arrepentir y acabas sacando la cámara mientras farfullas entre dientes y te das cuenta de que eres débil. Sí, lo reconozco, soy débil.
Y esto es exactamente lo que me pasó cuando al salir del metro de camino a mi alojamiento pasé por al lado del canal que cruza el barrio de Dotonbori y vi aquello.
Una vez más, el trípode se hace indispensable. He combinado varias exposiciones para aumentar el rango dinámico, y recuperar altas luces. Además de ello, he utilizado alguna exposición adicional para borrar a la poca gente que paseaba por el camino junto al canal. Aunque no debería ser demasiado complicado conviene decidir bien el punto de enfoque para controlar la profundidad de campo. Sería una faena volverse a casa y ver que aquello que ocupa el centro de la foto, que es donde se dirige la mirada, está desenfocado. Y las lámparas que cuelgan sobre el canal ayudan en la composición, guían la mirada y otorgan una simetría que le sienta muy bien a la foto, en mi opinión.
Ahora sí me fui a dormir, casi sin abrir los ojos, no fuera a ser que encontrara algo más que fotografiar de camino al apartamento. Por suerte no fue así y pude dormir bien, al día siguiente tocaba madrugar ya que tenía previsto visitar Koyasan.
Durante mi estancia en Osaka, aproveché para hacer una excursión de día y medio a Koyasan que es un precioso pueblo situado en las montañas y que además es el centro neurálgico del budismo shingon. Aunque el sitio es espectacular, me voy a centrar en Osaka y pasaré a comentar aquello a lo que dediqué la tarde a mi vuelta desde Koyasan.
Umeda Sky Building
El Umeda Sky Building es uno de los rascacielos más llamativos que hay en Japón. Aunque en la actualidad su altura lo relega al puesto número 13, con 173 metros y 40 plantas fue el edificio más alto de todo Japón cuando se construyó en 1993.
Para llega allí lo mejor es coger el metro, así que fue lo que hice. La idea era la misma que con el Abeno Harukas: acercarme para fotografiar la ciudad al caer la tarde y aprovechar la hora dorada y la hora azul.
A medida que me acercaba al edificio me iba cruzando con un gran número de gente que salía de trabajar, y acabé de confirmar lo que me había parecido notar desde el primer día. Todos los varones que trabajan en una oficina son iguales. No me entiendas mal, esto no pretende ser un comentario racista, ni de carácter peyorativo, pero si alguna vez viajas a Japón verás que los hombres que realizan trabajo de oficina visten igual.
Esto supone: camisa clara (con alguna ralla infinitesimal el que es muy atrevido), pantalón de pinzas negro o gris oscuro atado con cinturón negro también, calcetines oscuros y zapatos negros, y para finalizar un maletín donde guardan el portátil que cuelga de una de sus manos. Vamos que no es un nicho de mercado para Agatha Ruiz de la Prada. Es como si se hubieran fabricado innumerables réplicas de un mismo patrón, como cuando los niños van al colegio con uniforme.
La verdad es que me llamó la atención. Igual son de la misma cuerda que Mark Zuckerberg que afirma vestirse siempre igual para tratar de eliminar de su vida aquellas decisiones menos importantes para centrar su energía en las que sí lo son. Tiene pinta de que no exprime al máximo las rebajas de verano.
Según te vas acercando al Umeda Sky Building, empiezas a darte cuenta del tamaño que tiene aquello. Un anticipo, es enorme. El edificio está compuesto por dos torres simétricas que están comunicadas por un observatorio que se ubica en su parte superior. Al observatorio se accede por unas escaleras mecánicas que parten desde un par de pisos más abajo. Aunque no están al descubierto no son aptas para aquellos que tengan vértigo. El observatorio es descubierto y permite una vista de 360 grados de la ciudad.
Si te digo la verdad no estoy seguro de si está permitido usar trípode o no. Creo que la versión oficial dice que no está permitido, pero visto que la gente no hacía mucho caso opté por hacerme el despistado y nadie me dijo nada. Por tanto, monté el trípode, la cámara y a sacar fotos.
El proceso es similar al comentado en fotos anteriores. Al tener una vista panorámica de 360 grados, dediqué algo de tiempo a ver cuál era la composición que más me llamaba la atención y elegí la que ves. El hecho de que una autopista atravesase un edificio de oficinas me pareció un puntazo y por eso lo elegí como la combinación ganadora. Además, cuando llega la hora azul la autopista se ilumina y potencia aún más el efecto.
Lo que ves en la foto superior es el Gate Tower Building y sus alrededores. La autopista pasa por las plantas 5, 6 y 7 del edificio, y se sustenta con apoyos exteriores de forma que autopista y edificio nunca llegan a tocarse. No estoy seguro de si esta solución es muy buena idea, pero fotogénica es. Ahora bien, el que quiera coger el ascensor está jodido.
Tras tomar las fotos que quería era ya hora de retirarme. Iba pensando en cuál era el metro que tenía que coger cuando al salir del edificio y darme la vuelta, vi que el Umeda Sky Building luce aún más espectacular de noche de lo que lo hace de día. Las luces se reflejan en la cristalera y la plataforma del observatorio se ilumina. La verdad es que se veía realmente imponente y me preguntaba si habría algún encuadre que pudiera reflejar lo espectacular que me estaba pareciendo el edificio. El resultado fue éste:
La idea que tenía en mente era mostrar al edificio como algo realmente monstruoso. Como cuando en las pelis de «Godzilla «el incauto viandante mira hacia arriba y ve como la cabeza del bicho se pierde entre las nubes. Para ello coloqué el trípode muy cerca del suelo, en cuyo caso ayuda mucho si tu trípode no tiene columna central. Además, para esta foto utilicé un gran angular ya que de otra forma no hubiera sido posible captar todo lo que ves en la imagen. Se podría haber realizado una panorámica vertical pero esto complica las cosas. En este caso por suerte no hizo falta y me llevé a casa la foto que quería.
Y con esto doy por terminada mi estancia en Osaka, lo único que me quedaba era cenar algo y dormir. Al día siguiente madrugaba ya que había más sitios de Japón que visitar, pero lo visto en Osaka me había causado muy buena impresión.
Si has llegado hasta aquí, teagradezco que me hayas acompañado en este personal recorrido fotográfico de Osaka y que hayas podido coger alguna idea que te pueda venir bien si alguna vez quieres visitar la ciudad. Espero haberte podido entretener durante un rato y muchas gracias por leerme.
Hola, me ha encantado, todo muy detallado, gracias! Y las fotos, wow, qué buenas, me gustan todas, aunque mi preferida es la de Awaza, muy buena idea la de meterse justo en ese punto para sacar el caos de arriba…
Saludos !
Hola Germán. A mí me costaría quedarme con una sola. Me gustan todas… ;)