
La luz natural es la herramienta más importante y poderosa que todo fotógrafo tiene a su alcance. Y lo mejor de todo es que usarla no te costará un céntimo.
Para comprender el potencial que ofrece la luz natural, tan sólo tienes que empezar a observarla en tu día a día.
Contempla la forma en que los rayos del sol iluminan tu calle al atardecer. Observa cómo entra la luz por la ventana de tu cuarto y qué tipo de ambiente se crea. Vuelve a tu calle o a tu habitación en un momento distinto del día o con una climatología diferente y estudia atentamente los matices que surgen.
Comprobarás que esos matices son infinitos, como también lo son las posibilidades creativas con las que puedes jugar. Son esas posibilidades las que hacen que la luz natural sea tan importante y poderosa.
Entender cómo funciona la luz natural y cómo trabajar con ella te ayudará a mejorar tus habilidades fotográficas y ampliar tus horizontes creativos sin tener que gastar dinero en un equipo sofisticado y caro. No te sientas excluido si no tienes una réflex digital. Cuanto mejor conozcas la luz, más impactantes serán tus imágenes sin importar el aparato con el que las hayas captado (cámara réflex, compacta o incluso teléfono móvil).
Las 3 características de la luz natural que determinarán tu composición
La luz es un elemento fundamental a la hora de componer una imagen. Antes de pulsar el disparador, analiza las condiciones en las que te encuentras. Sólo así serás capaz de crear una composición impactante y fijar los parámetros de tu cámara para conseguir una gran foto.
1. En primer lugar, identifica qué tipo de luz natural predomina la escena.
Existen tres tipos de luces: suave, dura o intermedia.
- Un día nublado es ideal para jugar con la luz suave. En este caso no hay prácticamente sombras ya que la luz es bastante homogénea.
- La luz dura suele darse en días despejados, y se caracteriza por unas sombras muy oscuras como consecuencia del alto contraste.
- La luz intermedia es típica de los amaneceres y atardeceres, cuando la intensidad de los rayos del sol es mucho menor. En este caso, las sombras son suaves ya que el contraste no es excesivamente alto.
2. Una vez hecho esto, estudia qué dirección tiene la luz en ese momento.
Esa dirección cambia constantemente como consecuencia de la rotación de la tierra alrededor del sol. Por tanto, la luz se desplaza paulatinamente a lo largo del día.
Si quieres comprobar de primera mano cómo afecta eso a tus fotos, elige un escenario y hazle fotos durante un par de hora, o incluso todo el día si quieres ver la evolución completa. La idea es que comprendas de dónde viene y hacia dónde va la luz.
La dirección también cambia en tu escena o composición dependiendo de dónde estéis posicionados tú y el sujeto con respecto al punto de luz. De este modo, los puntos de luz pueden moverse horizontal y verticalmente.
3. Finalmente, observa qué impacto tiene la luz en los colores.
La luz puede hacer que sean más vivos, más apagados, blanquearlos, o incluso teñirlos dependiendo del tipo de luz que hayas mientras haces la foto.
Prueba a hacerle fotos a una pared en exterior en distintos momentos del día. Observarás el efecto que puede llegar a tener la luz en el color de esa pared y cómo va cambiando.
Adáptate a las condiciones lumínicas
Como fotógrafos tiendes a fijarte más en el sujeto que en la luz. En otras palabras, si ves algo único o diferente te centras en ese elemento en lugar de observar la luz y jugar con ella de forma que influya sobre el sujeto.
Del mismo modo que no es fácil buscar y encontrar un sujeto interesante, tampoco lo es encontrar una luz que sea propicia para hacer una foto impactante. Entrenar tu ojo para que sea capaz de ver ese tipo de luz y sus variaciones requiere tiempo y paciencia.
Estas son las condiciones lumínicas más frecuentes. Cuanto más rápido seas capaz de adaptarte a ellas, mayor control tendrás sobre la imagen final.
Crepúsculo
El inicio y el final del día producen muchos escenarios de luz natural (atmósferas) distintos. El intervalo de tiempo que existe entre la noche y la luz del día se conoce como crepúsculo.

125mm, f/5, 1/250, ISO 400
El crepúsculo origina un tipo de luz flexible. Dependiendo de la fase del crepúsculo en la que estés fotografiando, la luz hará que tu sujeto tenga un aire mágico, misterioso o incluso místico.
- La presencia de nubes dispersas cerca del horizonte puede propiciar un impresionante espectáculo de luz y color. Las nubes se tiñen de sombras que van desde el rojo intenso hasta el morado radiante.
- El crepúsculo puede cambiar el tono de los colores, dándoles un tinte grisáceo o azulado.
- Siempre produce una luz suave ya que no hay sombras, y si las hay son muy tenues.
- La luz crepuscular puede ser direccional, especialmente si hay nubes iluminadas en el cielo. En esos casos, el origen de la luz es el propio cielo nublado. Cuando no hay nubes, el horizonte por el que el sol va a salir o acaba de ponerse es algo más luminoso que en otras zonas del paisaje por lo que la luz será más intensa ahí.
- El único inconveniente del crepúsculo es que puede llegar a no tener fuerza si el cielo está muy cubierto ya que las nubes ejercen de pantalla y debilitan la luz.
Hora dorada
Se suele denominar “hora dorada” a la primera y última hora de sol. El nombre proviene de los tonos naranjas, amarillos y dorados que tiene la luz en ese intervalo de tiempo. Es, probablemente, el mejor momento del día para hacer fotos.

170mm, f/5.6, 1/125, ISO 100
- La luz refleja colores que van desde un naranja intenso cuando el sol se asoma por el horizonte, a un anaranjado más claro cuando el sol está ligeramente por encima, hasta tonos amarillos en su punto álgido (al final del amanecer y al principio del atardecer).
- Durante ese periodo de tiempo los colores son muy brillantes e intensos. El cielo suele ser de un azul profundo que contrasta con el brillo del sol.
- Puedes dirigir la luz de la hora dorada de varias formas: crea siluetas, semi-siluetas, y una progresión de tonos claro-oscuros. Realza tu sujeto gracias a la luz y consigue color, volumen y energía.
- Es una luz muy versátil gracias al efecto cambiante de color y la posibilidad de dirigirla.
- Conforme el sol se acerca al horizonte, la luz se va volviendo más suave.
- Este tipo de luz crea sombras largas y muy definidas que pueden dar un efecto dramático a tu imagen.
No dejes de leer este artículo de Photopills sobre las fases de la luz solar que te ayudará a entender la hora dorada, la hora azul y los crepúsculos.
Luz difusa por las nubes
Cuando el sol está completamente cubierto por las nubes, la luz se difumina equitativamente dando suavidad e igualdad a la imagen. Además, desaparecen las sombras y se produce un bajo contraste. Estas condiciones son ideales para conseguir un efecto tenue en la piel o trabajar en blanco y negro.

24mm, f/8, 1/250, ISO 100
- La luz difuminada por las nubes es constante y equilibrada. Ofrece una iluminación particular que te permite enfocar desde distintos ángulos sin que varíe el contraste de la imagen.
- Es un tipo de luz que no cambia de dirección y que no puedes dirigir.
- Su suavidad ofrece un contraste apenas perceptible.
- Puede llegar a ser una luz muy tenue y el sujeto puede aparecer oscuro en la foto si las nubes son muy densas.
- Suele tener un efecto neutral en los colores, aunque también puede hacer que aparezcan apagados, algo más negros o incluso más grisáceos dependiendo de lo oscuras que sean las nubes.
Luz difusa en exteriores e interiores
En exteriores, la luz puede estar difuminada por la sombra de un muro o la copa de un árbol. En interiores, el efecto se produce cuando la luz penetra en el interior de forma indirecta a través de una ventana o puerta. Ésta última ofrece muchas más posibilidades creativas y es más fácil de dirigir.

165mm, f/5.6, 1/100, ISO 200
- Este tipo de luz suele ser parcialmente direccional en interiores. Tu capacidad de dirigir la luz será mayor en espacios cerrados, oscuros y con un solo y estrecho punto de luz.
- En exteriores, sin embargo, es prácticamente imposible de dirigir sobre todo en grandes espacios abiertos.
- Si bien las sombras no existen casi en exteriores, aprovecha el efecto dramático y pronunciado que pueden tener en interiores. En esos casos, crea una progresión desde los tonos más iluminados hasta los más oscuros y realza tu sujeto creando una mayor sensación de volumen.
- En espacios cerrados y oscuros, usa distintas direcciones de luz para realzar los colores. Aunque la luz sea difusa y tenga un efecto neutro, el contraste entre las zonas de sombra y las zonas iluminadas potencian los tonos de los colores.
Luz dura
Este tipo de luz se produce cuando el sol está en su cénit (punto más alto) en un día soleado. En realidad, el intervalo de tiempo durante el que ocurre es mucho más largo: empieza nada más terminar el amanecer y termina en cuanto empieza el atardecer, es decir, durante la mayor parte del día. A pesar de que muchos fotógrafos consideran que es una luz pésima, puede ser una herramienta muy efectiva si quieres trabajar con contrastes y sombras fuertes que den más textura a las superficies.

75mm, f/8, 1/400, ISO 100
- La luz dura es extremadamente brillante, llegando a ser molesta por su intensidad.
- En la hora cercana al cénit solar, la luz destiñe los colores disminuyendo su tonalidad y saturación. Así mismo, el cielo pierde parte de su azul, aunque esto puede variar según la localización geográfica en la que te encuentres.
- Siempre genera sombras muy oscuras y fuertes contrastes.
- Es una luz que se puede dirigir hasta cierto punto. Muévete alrededor de tu sujeto y observa cómo el efecto de las sombras se vuelve más o menos marcado.
- No es una luz bonita ni romántica. Debido a su dureza y a la proyección de sombras la textura de las superficies puede aparecer más imperfecta.
- Aprovecha esta luz para dar más volumen al sujeto.
Niebla
Existen dos tipos de escenarios en los que la niebla es protagonista. El primero se produce en días de densa niebla, extremadamente nublados y marcados por la ausencia total de rayos de sol. El segundo ocurre cuando la niebla está prácticamente a nivel de la tierra y es más ligera, mientras que el cielo apenas tiene nubes. En este caso, los rayos del sol tienen un efecto sobre la neblina creando uno efecto espectacular.

55mm, f/5.6, 1/500, ISO 200
- La luz es tremendamente suave e imposible de dirigir si el sol está completamente cubierto por las nubes. Los contrastes son tenues.
- Cuando hay neblina en el amanecer, la luz es suave aunque el contraste es mayor. Puedes dirigir la luz ya que ésta es más fuerte del lado en el que está el sol: ciertas zonas de la escena están más iluminadas que otras.
- La niebla hace que los elementos aparezcan desdibujados, una ilusión que se acentúa conforme están más alejados de tu cámara. Lógicamente, la intensidad de este efecto depende de la opacidad de la niebla.
- Además, esa sensación de elementos desdibujados favorece la aparición de capas dentro de la imagen. Dependiendo de la visibilidad de esas capas, la foto final puede tener una gran profundidad.
- La niebla destiñe los colores. La pérdida de tonalidad varía en función de la distancia a la que esté tu cámara y la densidad de la niebla. En situaciones extremas puede que no llegues a tener más que blancos y negros.
- La niebla también puede cambiar el tono de ciertos colores, tendiendo al azul y gris con una niebla densa o al naranja y amarilla si la neblina deja que los rayos del sol la atraviesen.
Domina la luz natural
Tu capacidad de enfrentarte a la luz será la que marque la diferencia entre una gran foto y otra que no valga mucho. Es, junto con el desarrollo de un buen ojo fotográfico, una de las habilidades que más tiempo te llevará adquirir.
Parece difícil o imposible, pero no lo es. Empieza a practicar cuanto antes siguiendo los pasos descritos a continuación y dominarás cualquier situación de luz.
Paso 1: Controla el impacto de la luz en la escena
Por mucho que lo intentes, no podrás controlar el origen de la luz natural (el sol), ni el tipo de luz que emite en un momento determinado o en un periodo del día. Es una imposición a la que te tendrás que adaptar.

18mm, f/3.5, 1/20, ISO 400
Lo que en realidad necesitas controlar es el impacto que va a tener esa luz en tu escena, es decir, lo que estás encuadrando a través del visor. Afortunadamente, existen muchas formas de jugar con ese impacto.
La más básica es, sin duda alguna, tu capacidad de elegir cuándo hacer la foto. No obstante, determinar el mejor momento para fotografiar te da un control sobre la imagen final muy limitado. Si consideras que la luz no es la adecuada, no te quedará más remedio que esperar a que el tipo de luz cambie, con la esperanza de que en algún momento consigas el efecto deseado.
Una alternativa con la que controlarás mejor el impacto de la luz es cambiando tu posición con respecto a la escena de forma que el ángulo de visión sea distinto. Tu control será mayor cuando entiendas dónde y cómo debes posicionarte tú mismo y/o posicionar el sujeto con respecto a los puntos de luz.
Puedes componer tu imagen en función de cuatro tipos básicos de iluminación:
- Frontal. El punto de luz está frente al sujeto. Si te colocas de espaldas a la luz, obtendrás una imagen muy luminosa.
- Lateral. El punto de luz está situado en un lado de la imagen. Es una técnica eficaz si quieres añadir sombras o la profundidad a tus fotografías.
- De fondo o trasera. El punto de luz está situado detrás del sujeto. Ideal para conseguir preciosas siluetas.
- Puntual. El punto de luz resalta una parte concreta de la foto dejando el resto en penumbra (sombras muy oscuras). Es perfecto para atraer la mirada del espectador sobre una parte específica de la imagen.
- De los bordes. El punto de luz está situado en un ángulo de aproximadamente 45º con respecto al sujeto. Te resultará útil para revelar la forma y el volumen.
Colócate entre sombras o en interiores y comprobarás que el impacto de la luz es completamente diferente al que consigues en el exterior.
Paso 2: Dirige la luz
Los tres factores de la iluminación consciente son:
1. El sol. Es un elemento fijo que se mueve solo y que no puedes controlar.
2. Tu cámara. Es móvil y adaptable ya que la puedes posicionar dónde tú quieras.
3. El sujeto. También puedes manejarlo ya que se posiciona según tus instrucciones.
En realidad no puedes dirigir el origen de la luz natural, pero lo que sí puedes hacer es cambiar tu posición o la del sujeto en función del punto de luz.

200mm, f/5.6, 1/60, ISO 100
Practica este sencillo ejercicio para entender mejor el concepto.
Busca una habitación en casa en la que haya una ventana por la que entre luz difuminada (indirecta). Desplaza al sujeto de tal forma que esté posicionado de distinta forma con respecto a la ventana. Al mismo tiempo, muévete tú también, haz varias fotos. Observa el efecto que tiene (a) tu posición y (b) la posición del sujeto con respecto a la forma en que la luz ilumina al sujeto.
El hecho de que el punto de luz sea una ventana favorece tu control sobre su intensidad. Cuanto más lejos estés del punto de luz, menor intensidad tendrá la luz. Poca intensidad es sinónimo de limitado contraste entre luces y sombras.
También puedes probar algo similar en exteriores.
Localiza un lugar sin sombra al que puedas ir un día soleado, más o menos una hora antes de que se ponga el sol. Una vez más, pide al sujeto que desplace con respecto al sol. Del mismo modo, muévete buscando diferentes ángulos, ya sea con el sol de espaldas, de frente o de lado.
Para captar buenas siluetas debes conseguir la suficiente separación entre todo lo que se encuentra por debajo de la línea del horizonte y el sujeto. Pide al sujeto que suba a lo alto de una roca o ponte en cuclillas, de tal forma que la mayor parte de su cuerpo esté por encima de la línea del horizonte en tu encuadre.
Paso 3: Usa varios puntos de luz cuando sea posible
Te enfrentarás a escenas con varios puntos de luz en algún interior
- con múltiples aberturas por las que entre la luz (ventanas, puertas) o
- con superficies en las que rebote la luz.
Estas situaciones son bastante más complicadas de gestionar ya que es probable que acabes con una parte de la imagen demasiado oscura o brillante, con la consiguiente pérdida de detalle. Esto podría incluso hacer que la imagen sea inutilizable.

130mm, f/5.6, 1/15, ISO 200
No obstante, si consigues salvar la dificultad con éxito, una escena captada con varios puntos de luz puede tener una fuerza increíble.
En este caso, quizá debas medir la exposición teniendo en cuenta la iluminación de varios elementos de la escena, sobre todo de aquellos en los que haya más contraste. Generalmente, si hay alguna persona en la foto, mide la exposición de su cara (o de la del personaje principal de la imagen) e intenta subexponer ligeramente el resto de la imagen para evitar áreas quemadas, es decir, completamente blancas.
Si quieres saber cómo realizar una correcta medición y exposición en tus fotografías, lee esta guía detallada del Blog del Fotógrafo.
Paso 4: Elimina zonas sombreadas difuminando o reflejando la luz
En las horas centrales del día, cuando la luz es muy dura e intensa, se produce un alto contraste: las zonas iluminadas son muy brillantes mientras que las sombreadas son muy oscuras.
1. Una forma simple de atenuar una luz muy brillante es difuminándola.
- De forma natural. Aléjate de la luz directa o buscar algo que la filtre como la sombra de un árbol, el polvo, el humo, una pared o incluso fotografiar en interiores. También puedes aprovechar que la luz se filtre por medios naturales a través de las nubles o de la neblina, o detrás del horizonte durante el atardecer.
- De forma artificial. Lleva contigo un difusor que puedas adaptar al objetivo (filtros), al flash o incluso un paraguas. Gracias a estas herramientas conseguirás una luz más suave o una ligera sombra que reduzca los brillos.
2. Puedes limitar las sombras fuertes reflejando la luz.
a. Usa una superficie o un elemento en el que luz rebote.
Puede ser desde un libro, el agua, la nieve o incluso la arena de playa. En realidad, cualquier cosa relativamente plana y de colores vivos puede reflejar la luz con más o menos intensidad.

18mm, f/6.3, 1/160, ISO 100
En este caso tu control sobre la luz será más bien limitado puesto que lo único que estás haciendo es aprovecharte de las circunstancias en las que te encuentras. Si encuentras algún elemento reflectante, úsalo y juega con él. Generalmente, buscarás reflejar luz sobre aquellos ángulos en los que haya que suavizar las sombras o iluminar con más intensidad. También puede ser interesante jugar con lo brillos.
b. Utiliza un reflector de luz plegable.
Su mayor ventaja es que se pueden doblar y son ligeros. Además, tienen varios tipos de superficies diferentes: blanco, plata, dorado, negro y difusor. En el caso del color blanco, plata y dorado, al rebotar la luz solar o de un flash, ésta adquiere una dominante de color equivalente a la superficie a la que ha sido rebotada. El negro absorbe la luz y sirve para bloquearla en algunas situaciones y el difusor obviamente, difumina.
Un reflector puede potenciar tu creatividad a la hora de experimentar con la luz. Puedes usarlo para llenar de luz un espacio oscuro, así como simular varios tipos de luz. Una superficie plata, por ejemplo, simulará una luz diurna neutral, mientras que una superficie dorada realzará los tonos más cálidos.
¿Listo para aprovechar al máximo la luz natural?
Dominar la luz natural es esencial en Fotografía. Y para conseguirlo, no basta con leer sobre el tema.
Si quieres convertirte en un gran fotógrafo, debes practicar sin cesar, aprender a observar y no tener miedo a probar cosas nuevas.
No des nada por sentado porque no hay luces buenas ni malas. Cada tipo de luz es una oportunidad que puedes aprovechar en cualquier ocasión, dependiendo de lo que quieras transmitir con cada fotografía.
¿A qué esperas?
Coge tu cámara y mira a tu alrededor, siempre habrá una luz.
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